¿Cómo es nuestra alimentación?
¿Cuántas veces a la semana te sorprendes comprando algo “rápido” para almorzar (de seguro un sándwich o comida chatarra); postergando tu horario de colación por hacer uno que otro trámite, terminando ese proyecto que necesitas ¡ahora ya! y te convences que el día pasa rápido y que apenas tienes tiempo para sentarte y comer?
Generalmente esa ha sido la experiencia de mi vida de adulta, corriendo de aquí para allá, poniendo como prioridad esos trabajos sin terminar o los asuntos laborales, familiares o emocionales que me quedan por resolver… hasta que un día me di cuenta (sin querer meter a todos en el mismo saco), que así es la mayoría de la gente que vive en el ajetreo de la ciudad y la vida moderna.
Muy dentro tenemos esa vocecita que nos dice en nuestra cabeza que el tiempo es oro y se debe optimizar para hacer “lo que se tiene que hacer” en el sistema que estamos viviendo, porque de lo contrario, la rueda no funciona.
Es por eso que la comida rápida o chatarra se ha tomado el trono de la alimentación actual; dañando profundamente la calidad de vida de infantes, adultos y ancianos que cada día se descubren padeciendo enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes y la hipertensión.
Pero tomar conciencia y verte a ti mismo pasando por esta situación una y otra vez es bueno, saber priorizar es fundamental, saber elegir es mejor aún. Porque la verdad es que siempre tendremos cosas que hacer, trabajos por terminar, reuniones a las cuales asistir o asuntos que resolver; pero estoy segura que si no se realiza un cambio profundo en ese hábito de despreocupación alimenticia, en un mediano plazo, estaremos lamentando las consecuencias de la irresponsabilidad con nosotros mismos y al despertar, todo eso que considerábamos importante, era realmente importante para los otros y no para nosotros.
Por eso creo que es básico conocernos y crear ese hábito saludable de responsabilizarse de lo que entra a nuestro organismo, porque los alimentos finalmente, representan la medicina que nos mantiene sanos y fuertes. Y la próxima vez que te veas a ti mismo corriendo por cosas que quizás más adelante ni siquiera vas a recordar, haz una pausa, medita, agradece y todo esto hazlo dándole una intención positiva a cada bocado. Tendrás más energía, te sentirás más satisfecho y a la larga, tu cuerpo te lo va a agradecer.